La Mañana
Despierta mañana!! y riega con tu brisa la soledad de los montes, arrugando con tu luz las frías sombras de la noche. Has bajado la colina al encuentro de los brazos del sol, que allá desde la mar hace rato que asomó. Vertiendo racimos de claros, entre el viento desgastado. Arrullando a la mañana entre susurros colados, por todos los resquicios, por todas las esquinas, ya entraste en las calles acariciando las cortinas, alumbrando las fachadas, gorgoteando entre los árboles que atraviesan los senderos. Y con todo este festín de vida, creas un cántico certero. Avivando los sueños voraces pero tranquilos, de un renovado comienzo, de una olvidada esperanza, de todas aquellas plegarias que rebotan mezcladas entre las almas. Por un instante fugaz quizá, se olvida el desasosiego, camuflado aún por el estático silencio, desde el lecho en que descansan los desgastados y frágiles huesos, asumiendo la edad que no les corresponde, pues la mente divaga entre tormentas infinitas y cobrando batallas ganadas, el ánimo que no se consume en la fuerza del espíritu, se filtrará en el cuerpo irremediablemente.
Es la mañana portadora de capacidades, embalsamada en fino oro de luces, la que abate el fin y engendra nuevas oportunidades. La que te trae rosas y jazmines hasta tu puerta, cada día. La que arregla tu equipaje, cargando tus hombros de esperanza y bienestar. La que te hace recordar que estas aquí, contemplando el horizonte de tus días, con la mirada perdida, donde lejos parece que llegaran sus líneas, sin que apenas nos importe si el destino existiera. La que te invita a amarrarte al presente y desarrollarte, sin temor a equivocarte mientras sigues descubriendo el mundo, el que ahora mismo parecieras tener ante ti, ofreciéndote ramales enteros de senderos, abiertos todos ante tu atenta mirada, mientras la calma te domina, mientras respiras sosegado y tranquilo, aún cuando la débil luz de la mañana, sigue danzando y cantando, ya regó todas las calles y seguirá silbando, recorrerá la pradera, entregada y veloz a través de los campos, mientras haya vida que alumbrar, aunque a veces olvidemos, que estamos de paso...
Esther MG