Maria Mena Habits

domingo, 29 de abril de 2012

EL RUBOR DE LOS ALIENTOS



EL RUBOR DE LOS ALIENTOS

Pálida luz
que a la tarde rozando contesta.
Son sus colores
difuminados entre las sombras.

Un arroyo de pensamientos
baña las sombras,
del despertar al anhelo.

Una mañana tranquila
sin rastro a seguir
ni evidencia que corte las alas.

Su estancia apagada,
alejada del borde del precipicio.

El canto de un ruiseñor
abatido en su latir,
por tanta alegría.

Cuando al otro lado,
el dolor se ha detenido
sobre su pecho,
ronroneando, mientras dormita
en su fatiga de consuelos.
Consuelos que no callán,
     de esos que se cuentan por cajas,         
como pañuelos de papel.

Desgastando amarguras.
         Deshaciendo templanzas.
de cordura.

Marioneta.
Sin brazos que abracen
ni sostengan.

Un halo de azules
surcando su paisaje mental.
Atormentado.
Otro, de verdes,
contando las horas que faltan.
Blanco brillante
para sus ganas.
Negro que abriga
  y mantiene el calor. 

Improvisado arcoiris
que contempla su yos.
Siempre perplejos.

Apariencia sosegada
que atrapa suspiros y quejas.

Sólo el ánimo escapa
imperceptible y caótico
incesantemente y arrogante.

Vuelve al silencio
que nunca fue una condena,
sino su aliento.

Y camino despacio
mientras el susurro del todo
Se lleva de mi,
el estallido.

Todo produce un sonido irreal.
Todo se ensalza y es contrapuesto.
Desde el amanecer
hasta el intermitente latido
de las últimas sombras,
alcanzando la tarde.
Alumbrando a su noche,
siempre fugaz.

                                                        ESTHER MARTIN 26042010

No hay comentarios:

Publicar un comentario