EL NUDO
Las palabras se cuelan en el
silencio.
Gotas de lluvia
resbalando sobre el cristal,
empañado y sombrío.
Aquella mirada prendida
en su destino,
transporta sus ropas
entre senderos y ríos.
Carencias dormidas.
Constantes latidos.
Delatando suspiros,
abrigando el alma
con torbellinos de glorias
antiguas.
Una antorcha en mitad
del camino.
Sin cesar de susurrar entre sus
vientos.
Dormidos.
Se adentró en la espesa calina,
mezclada con las parábolas de sus
sienes.
No quedan atardeceres.
De esos que saboreabas a la orilla
del crepúsculo.
Los que adornan tu atormentado
Axioma.
Sin poder vislumbrar sus cumbres
nevadas.
Mañanas nubladas entre mudas
nostalgias.
Impertinentes.
Cómodamente alojadas,
entre desidias y vagos intentos por
sobrevivir.
Sin encontrar la manera de recuperar
ni un tímido aliento,
que llena su mundo
de verdades enteras.
Pacíficas y hermosas.
En peligro de extinción.
Suceso dramático,
Descrito a plazos.
Retórica implacable.
Buscando calidez que mida sus
instantes.
Sin límites.
Siempre ardiente, radiante,
Intermitente.
Una llave arrojada al vacío.
Para nunca más descubrir, un
interior.
Repleto de brillos.
Esther MG
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