LA NIEBLA
A veces, dejar atrás una etapa que
nos condena,
Y sumergir todo aquello que nos
colmaba y aún
creemos es así, se convierte en
un lastre más duro
del que ya soportamos.
Sin barreras, pues lo bueno de
este viaje es que solo
es de ida.
Las vueltas las damos en
pensamiento, sin prisas.
Desdibujando recuerdos y
sensaciones.
Obligando al corazón, a retomar
el dolor esparcido
por los rincones, a medias
desecho, a ratos armado,
de nuestra fe.
Siempre recuerdo la lluvia
cayendo sobre mi rostro,
como un nuevo alivio que colma
mi ser.
Recuerdo palabras no pronunciadas
ni escritas, escenas descritas en un solo acto. Sensaciones que nunca
descansan. Eslabones perdidos en mi anochecer.
Sentada en la arena mientras
disuelvo momentos,
de aquellos que nunca prescinde
mi ser.
Temiendo perder un pedazo de mis
estancias. Creyendo que,
sin dolor no hay sendero bajo
mis pies.
Aferrada a un instante o a una
marea de miles de ellos,
Y todos unidos, peldaños reunidos,
cada uno distinto
al anterior.
Mientras tomo el camino
equivocado, mis huellas se han detenido.
Mi alma escapando. Mi ser
dividido, mi orgullo, derrotado.
Alivios intermitentes y vacíos.
Estancias nubladas. Cristales
rotos adornando mis pestañas.
Gritando al vacío…
Y la nada, que todo compone, se
calca en el viento de mis montañas.
Anochecer encontrando atención, en
la calma de mi silencio.
Sin que el mar pueda ver a
través de la penumbra. Arrugando
mis lunas, convirtiéndolas en
fino papel virtual y un oasis, al amanecer.
Esther
MG
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