Maria Mena Habits

martes, 29 de enero de 2013

LA LLAVE


LA LLAVE


Madurez.

Envejecida entre las solapas

de un libro.

                    Trasiego que viene y va,                                                      

Sin perder un solo hilo.



Claros de luna en mitad

De tus nadas.

Cadenas de plata bajo tus pies.

Martirios de oro blanco sobre tus alas.



Madurez.

Adivinada, inadvertida

Y, por un instante, tal vez,

posada en tu insignia.


Aprender, salpicado de vetusta.

Cuando el ánimo ha caído

Cuando el llanto comprimido,

Dilatado y henchido.

Detiene tus ojales esparcidos.

Sin un nimio entre viento

Que apacigüe tus anhelos.



Madurez.

Concubina dulce y fiel.

Embriagadora entre huidas sinuosas.



Más allá de las cumbres

Vendrás a ofrecerme un instante de ti.

Recogiendo tus frutos mis manos,

Sentirán el calor de tu abrigo.

Y la mente, aturdida por tanta sequía

Agotará su sed.



Madurez.

Se despliega despacio,

entremedias de un presente sin sombras.

Anocheciendo en aprietos de compasión.

Mientras, ríe el presente irónico y pleno.

A falta de un sueño que regale porciones

de paz y sosiego.



Madurez.

Legendaria entre tus velos.

Recorrerás ciegamente y sin freno.

Apegada a tu eterno cielo,

Sobre los tejados del humano infierno.

Trastocando sin remedio.

Arderán bajo tus llamas de claridad

Nuestros consuelos.

Nuestros antojos,

Ocultos bajo mil sellos.

Caprichos sinceros,

Que nos instan a recorrer

Entornos y paraísos austeros.

Ajenos a la realidad,

Que forma nuestros enteros.



Madurez.

Desearía ser absurda.

Por tanta voluntad truncada,

Que se cuela en rotos sacos,

De comedia y pantomima.

Una danza de bienestar

Conforme con su rutina.



Esther MG



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