Maria Mena Habits
martes, 3 de diciembre de 2013
EL LLAVERO
EL LLAVERO
Silencio.
Ha brotado de la brisa
y se mezcla entre sonrisas.
Y miedos.
Susurros enteros.
Vacíos al viento.
Creciendo deprisa.
Sin sol en sus ojos.
Sin fuerza en sus manos.
Atardecer que cobija,
mientras nieva en sus sombras.
Agrietando su risa.
Marchitando colinas,
de enterezas dormidas,
en su aura y su dicha.
Sin piedad ni razón.
Junto a su fuego apagado,
entretenido en la niebla,
una nube de azules
se ha colado en su huella,
y entre verdes y rojos
ha pedido a una estrella…
seguir su cambera.
Rescoldos que gruñen,
Retorciendo sus cuerdas.
Palabras selladas en su alma
y su estela.
Aunque el amor duela.
Aunque la lluvia arrase sus campos,
Retorciendo sus paisajes y veredas,
nada habrá que arrase este mar
de profundos abismos.
Donde dominios de ilusiones y paz,
yacen dormidos.
Esparciendo sus anhelos,
Comprimiendo su consuelo.
Acariciando el suelo y la fina arena,
De sus sosiegos.
Sobre sus hombros un manto,
de enardecido sueño.
Sobre su alma un pozo de sal,
disecando sus pensamientos.
Sobre su sien el eterno presente,
tan fugaz como intermitente.
Contoneándose todo,
Al paso seguido de sus propias
Corrientes…
Esther MG
domingo, 10 de noviembre de 2013
EL SALTO
EL SALTO
No es fácil resurgir.
Pero nunca pude detenerme
ante el manantial de curiosidad.
Sedienta.
Cuanto he logrado.
Cuanto he perdido.
Cuanto de todo es real en mitad de la nada.
Mi pequeño mundo,
comparado con el espacio que ocupa
mi frágil ser.
Anhelante y melancólico.
Siempre ardiente y agónico.
Al amparo de luces, diminutas.
Estrujando laberintos que se estiran en mi cabeza.
Simplificando la vía cubierta de arena,
entre mares y desiertos.
Arrugando papeles. Cosidos a mano.
Moratones del alma que nunca sanaron.
Y ahora que tu sonrisa me ofreces
Niño de mis ojos.
No puedo dejar de mirarte,
como si te descubriera por primera vez
cada vez que mi luz se refleja en la tuya.
No debo dejar que la decisión
del destino nuble la inmensidad de mi dicha.
No quiero amarrarte a mi ancla, sin tripulación.
Solo deseo que te sientas como yo.
Libre y espontáneo. Sin tapujos sin engaños.
Corrigiendo en tu cabeza, ser tu propio juez.
Sin nadie que te engañe y te ofrezca el mundo en una mano.
Obviando lo sencillo que es dejarse entretener.
Estirando mi cabeza, intentaré siempre divisar,
el mejor sendero para ti,
Soplando con mis pulmones desgastados,
Los baches que en tu andar pudiera haber.
Siempre alerta y pendiente, sin otra cosa mejor que hacer.
Porque protegerte y amarte será mi legado.
El que desde que respiraste por primera vez,
habrá de ser…
Esther MG
miércoles, 6 de noviembre de 2013
MI PEQUEÑA FAMILIA
MI PEQUEÑA FAMILIA
Y poquito a poco la vida, va saliendo.
Hoy rompes una bolsa. Mañana, lanzas un martillo
sin dirección.
Pero al mes siguiente,
construyes una casa.
No es, una gran dimensión,
pero tiene su entrada,
su pasillo, su salón.
También tiene, su espacio para
descansar, en la habitación.
Pero sobre todo,
tiene una cocina con alma,
donde se reúne todo el calor,
de aquellos que allí se sientan
y comparten su día a día,
transcurrido entre armonía y dolor.
Que con gran esfuerzo sufrieron
pero ahora, lentamente,
se deshace en el plato
y en el tazón.
Así mientras relatan sus iras
y sus desidias,
se abatieron también sus fatigas,
alimentando sus fuerzas y su tesón.
Bendita familia, bendita tu entrega
y tu compasión.
Tu relato es mi lucha, mi camino
y mi pan.
Avivas mi fuego y calientas mi hogar.
Y todo lo que hago en la vida,
es la esencia posada y obtenida
en mi modesto hogar,
del que saldrán recuerdos
que jamás, nada ni nadie,
podrán hacer olvidar
que toda mi dicha es compartida,
con aquellos que me acompañan
y velan por mí y que cuando
yo caigo, ellos siempre estará ahí,
para hacerme reír.
Y, al igual que yo por ellos,
se preocuparán siempre,
de mí.
Esther MG 26/10/2013
"Dedicado especialmente a mi hijo
Diego, que nació el pasado 23/10/2013"
domingo, 9 de junio de 2013
INTERSECCIÓN
INTERSECCIÓN
Mirando con lupa,
señales en forma de
circunferencia.
Ondulantes y vibrantes.
Cuchillas sin filo,
esparcidas sobre mis laderas.
Tan sordo el acero
como su apaciguada influencia.
Entretenida y cansada.
Estirando los limites de
mi desvencijada armadura.
Sin recodos que ahora
me desconozcan.
Sin sombras cubiertas.
Un capricho ha surgido
entre textos que
atacan mi disciplina.
Entornando disculpas.
Proclamando pasiones.
Repartiendo a escondidas
entre sus líneas,
pedazos de glorias
que no corresponden,
ni al yantar que supone
tanta alegoría.
Profundo el soñar
que lo engancharía.
Entre vítores se contonea,
olvidando allá en su
aposento la fiera,
agitada sin fuerzas
bajo sus correas.
Vagos pálpitos que se
pulverizan,
sucumbiendo entre
el tic tac de las tristes
y sobre el ring de las pintorescas.
Aclamado entre cálidos caldos,
embriagados de condimentos.
Sin pánico escénico.
Apretujados entre rimas
pero sin sentimiento.
Deja de marcar tus orillas
y recorre la verdadera
penumbra de entremedias
que te delata.
No es otra manera la que te viste
y sostiene,
la que sembraste en tus llanos,
cuyos frutos rodean las cumbres.
Queriendo entregar un pedazo
de esquina.
Insulsa y desdoblada.
Sin contenido.
Cuyos destellos perdió
en el camino,
de tanto arrastrar
sus hilos.
Marioneta que patalea
sin sentido,
entre gestos que no dicen
nada.
Adornando tan solo
con su presencia,
entre dormidos aplausos.
Bordados de hipocresía,
en telas de macramé.
Reliquias desdibujadas
en óleos que contemplé.
Pletóricos de aturdidos.
Melodías desgastadas.
Atrapando rayos de fuego
que se colaron por sus ventanas.
Sin ser casual el delito.
Sin vestimentas nobles,
que engrandezcan.
Entre glorias de soleada
soledad y encogida
en un rincón,
sin que nada ni nadie
se entretenga.
Dormiré despacio,
entregada y disuelta.
Pues disculpas no tengo,
para esta opereta.
Apasionada y sencilla.
Reflejo del lodo,
el que me cubre hasta
las rodillas.
Al que le debo el esfuerzo,
rubor que me encuentro
después,
sobre mis mejillas.
Atardeceres en blanco,
pintados de rosa.
Un cuadro de bengalas
que entre fugaces y dispares
pinceladas,
se disolverá.
Sin que sus ojos
prendan en cautiverio.
Sin oleaje de entornados
párpados que lo recuerden
ni añoren,
entre el mar de sus complejos.
Invisibles,
como el desgastar,
cuando apenas se tiene.
Sostenido y empujado.
Luchando contra las
necias corrientes.
Marabunta que se extiende
atravesando los campos,
entre rebaños de frío
y nieve.
Esther MG
miércoles, 29 de mayo de 2013
EL POZO
"A menudo, vemos pozos como este, en el camino.
Todos tienen una buena soga. Resistente.
Y buen cubo de hierro forjado. Todos.
Y buen cubo de hierro forjado. Todos.
Más, rara vez nos acercamos para sostener y arrastrar,
al que desde abajo vive en la penumbra y martirio, de esta cruda,
amarga y profunda, desgraciada, realidad".
EL POZO
Descarte
de ases y oros en bruto.
Despotismo
malgastado
entre
hojas de rutina.
Dueño
de un hogar roto
bajo
la devastación incontrolada,
de
sus iras.
Martirios
apocados entre paredes
manchadas. Machacadas.
Rezos
en la obscuridad.
Tormento
que no cesa.
Impregnando
estancias en penumbra.
A
la luz de un candelabro.
Testigo
de silencios encontrados.
Apresurados
y apretados pasos.
Cortos
y quedos.
Enjuto
el tesón.
Que
se mantiene firme en tiras.
Brazos
dormidos apresando una botella.
Ojos
inhumanos.
Soberbia
poderosa que abatirá impunemente,
a
quien ose desobedecer su trayectoria.
Uniforme.
El
patio repleto de rastrojos.
Un
muñeco sin ojos.
Un
trapo roto.
Molduras
desconchadas.
Cuadros
amordazados, de tardes en ruinas.
Cinta
aislante cubriendo las cortinas
allá,
en la cocina.
Cortada
a ras sin previo aviso.
Manos
entrelazadas.
Nudillos
abiertos.
Bajo
la cama. La mugre apesta.
Camisa
impoluta sobre la mesa.
La
plancha no para, tampoco espera.
Pucheros
hirviendo.
Todo
listo a su hora.
Exigencia
de menú dispuesto.
Sin
especias ni olores
a los
placeres del paladar.
Copa
de vino. Café y puro.
Costumbre
ineludible.
Silencio
cortante. Sin guía.
Infinito.
Miedo
que aterriza para no despegar.
Posado en la alfombra
del
cuarto de estar.
Invierno
eterno. Otoño nublado.
Cuchillos
afilados.
Un
rebelde se forja en su habitación.
Condenado a la penumbra. En silencio.
Sin
radio de acción.
Más
que un puñado de libros,
con
letras que se burlan.
Escapando
bajo las arrugas de su frente.
Siempre
fría. Húmeda.
Puños
y dientes.
Reacción
a la escena que reaparece,
a
través de los huecos
de
la escalera.
Un
cinto colgado tras la puerta del hall.
Escenario, el pasillo, escaleras o baño.
Cuando
la ocasión lo dicte,
romperá
el frío adormecido.
Resonando
en el vacío quedo.
Golpe
seco.
Sin
hallar ni un susurro,
en
su otro extremo.
Caín
matando a su hermano.
Otro
robado hermoso,
para
anotar en su fuero.
Señal
de que la sangre hierve,
en
su firmamento.
Dulzura
en su rostro.
Edad
temprana aún.
Mas
envejecida su eterna… Juventud.
La
abadía del aposento.
Rugidos
que allanan el sentimiento.
Pasión
dormida allá, en otros tiempos.
Preguntándose que hará,
si
se abriera camino...
A
nuevos retos.
Mueca
torcida contra el cristal
de
su ventana.
Las
manos retorcidas sobre su espalda.
Forzada a asumir.
Sin
pronunciar ni un gemido.
Abatida
tras la derrota.
Cuando
el ogro cansado,
se ha dormido.
Sentimientos
que le hacen latir.
Sentir
la ira, enciende su tesón.
La
lucha se atenúa
en
su enturbiado corazón.
Rasgado
en mitades.
A
partes iguales.
Sin
remedio,
se
forja una venganza
en
su noble alma.
Aquella
que la engrandece y contiene.
Sentada
al borde
de
una silla del desván.
Ha
querido acompañarla
una
tímida lágrima.
El
abierto camino, a través de su rostro.
Reconforta y sostiene,
lo
que a duras penas,
se
conserva.
A
pesar de los ruidos de sus cadenas.
Rodeando
su cuello, su cintura.
Sus manos.
Convirtiendo su persona,
en
óleo de negros y morados.
Apartados
y escondidos,
con
cuidado.
Para
que las miradas curiosas
no
puedan, contemplarlo.
Pintura
semejante.
Apagada.
Fulgurante.
En
otras partes rasgada.
Sin
que nadie.
Se
percate.
Esther MG
martes, 28 de mayo de 2013
LA CARTA
LA CARTA
Estaba...
Estaba, arrodillada junto a ti
en tú rincón.
Anhelando libertad para salvarte.
Como un ángel.
Deteniendo tu tormento,
convirtiendo tu dolor
y sufrimiento en entereza
e ilusiones.
Nada soy, mas, te quiero, te adoro.
Mirando barcos pasar
a orillas de tus aguas,
mientras la fina brisa
de tus parajes,
cosquillea entre mis arrugas.
Las de mi cansado rostro
que te mira y te sonríe.
Me llegué a tu puerto
para descansar.
Mientras tu regazo me abraza
puedes oírme suspirar.
Saber que entre tu silencio
y el mío
hay montañas infinitas,
alumbrando el interior
de dos almas que se agitan.
Y nunca dejan de gritar.
Contemplando un universo
que no deja de cambiar.
Se repiten algarabías y deseos
entre vaivenes de honestidad.
Sin hallar ningún consuelo
que nos permita descansar.
Un reguero de palabras,
de todas estas,
las mías,
no te impedirán marchar,
pero si algún día regresas
y decides abandonar el filo,
sabrás que todo esto
que siempre sentiré
y te pido.
Es la más cruda realidad.
Sólo debo cerrar mis ojos
para contemplar los tuyos,
mirándome dulcemente.
Arrastrada ahora tu mirada,
que vaga entre el vacío
que le ofrece,
la muerte.
La que te ronda.
La que te saca los dientes.
Aunque tu no la veas
danzar sobre ti.
Aunque tus manos,
cansadas,
no puedan ahogarla.
Aunque tu mente,
envenenada,
no pueda ahuyentarla.
Aunque tus fuerzas,
tus ganas encadenadas
bajo tu yugo,
no puedan,
hacerla desaparecer...
Veo tu muerte anunciada y rechazo.
Rechazo entre lágrimas,
impotente. Imperdonablemente.
Pensando en energía,
la que pueda entregarte,
la que pueda,
hacerte recordar...
Esos pequeños y grandes
momentos pasados,
pero benditos...
Nadie vive los oleajes
de la misma manera,
pero créeme que entre medias
del mío, me ayudaron.
Y sólo. Solamente cuando
pude ver, de nuevo,
me dí cuenta de que aquellos
que me gritaron e hirieron,
para salvarme,
me querían de corazón.
Y me estremezco pensando,
que desgarraron sus almas
y que de alguna manera,
ahora,
tienen cicatrices,
iguales a las mías.
-Nunca es tarde para escapar-,
comentó la conciencia.
-Nunca anochece deprisa,
cuando se vive una pesadilla.
Todos los días son iguales.
Obligado a sostenerme
de puntillas, desganado
y cabizbajo y, sin embargo,
nunca me intenté estirar
mas que ahora.
Obligado, a auto engañarme
con vanos discursos,
de esos que sólo yo, se redactar.
Los pienso, me los vendo, los como
y los meriendo-.
-Y a la noche?, preguntó la debilidad.
-A la noche duermes,
pues no quedan ni migas.
Que de tanto estirar las fuerzas
e imaginación,
la mente supura,
queriendo olvidar lo que vio
y donde estuvo hoy-.
Casi siempre es de noche,
cuando me surgen las preguntas,
las dudas,
la incertidumbre.
Vagando entre las corrientes,
apenas despierta,
y a tientas,
busco el blanco silencio,
ansiando con mis dedos
plasmar,
lo que mi sentimiento diga.
Sin importarme poco ya,
si daño, si sacudo,
si molesto con mi prosa...
pues poco me parece ahora,
lo que yo o cualquiera
podamos ofrecerte...
y todo lo que hago es repetir,
lo que ya sabes...
Sabiendo que mañana
tal vez mire tu silueta en una foto,
mientras inútiles lágrimas
bañan mi enardecido rostro.
Y arrepintiéndome,
por no haberte gritado,
lo que te grito aquí...
Prefiero que arrastres
estas mis entrañas,
borrándolas.
Negándote que leíste de mí,
lo que deseo y siento,
antes que dejarte vagar sin rumbo,
por tu caprichoso limbo,
cuan libro de cuentos.
Y ahora,
secaré mis lágrimas,
tomaré un café,
y entre calada y calada,
recrearé en mi mente, mi sensación,
devanando mis sesos.
Mientras medito si realmente,
alguna vez te ayudé.
No soy valiente.
No es valentía arrojarte aquí
lo que sabes.
Por lo que luchas día a día,
cada minuto y segundo,
de tu existencia.
Es no cansarme,
de decirte que te quiero.
Que no debes desaparecer.
Que tu camino es largo y rico.
Que tienes mucho que hacer,
que decir, que sentir.
Cuan antorcha, quemaría
tu fuero,
derramando tu arrogancia.
La reduciría en cenizas
y soplaría muy fuerte,
para que ni el mismo horizonte
pudiera contemplarla.
Cuan viento,
arrastraría tu niebla,
devolviendo al mar de tus ojos,
tu destreza.
Tu orgullo, tu armonía.
Y después,
la lluvia haría crecer
en tus contornos,
el paraíso que guardas,
de nuevo verde
y voraz de enseñanzas,
de vivencias,
de realidad compartida,
con los que te rodean.
Esther MG 28052013
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