Maria Mena Habits

miércoles, 29 de mayo de 2013

EL POZO




                               "A menudo, vemos pozos como este, en el camino. 
                                Todos tienen una buena soga. Resistente. 
                                Y buen cubo de hierro forjado. Todos. 
                                Más, rara vez nos acercamos para sostener y arrastrar,
                                al que desde abajo vive en la penumbra y martirio, de esta cruda, 
                                amarga y profunda, desgraciada, realidad".

                                        
                                                EL POZO


Descarte de ases y oros en bruto.

Despotismo malgastado
entre hojas de rutina.

Dueño de un hogar roto
bajo la devastación incontrolada,
de sus iras.

Martirios apocados entre paredes 
manchadas. Machacadas.

Rezos en la obscuridad.
Tormento que no cesa.

Impregnando estancias en penumbra.

A la luz de un candelabro.
Testigo de silencios encontrados.

Apresurados y apretados pasos.
Cortos y quedos.
Enjuto el tesón.
Que se mantiene firme en tiras.

Brazos dormidos apresando una botella.

Ojos inhumanos.
Soberbia poderosa que abatirá impunemente,
a quien ose desobedecer su trayectoria. 
Uniforme.

El patio repleto de rastrojos.
Un muñeco sin ojos.
Un trapo roto.
Molduras desconchadas.

Cuadros amordazados, de tardes en ruinas.

Cinta aislante cubriendo las cortinas
allá, en la cocina.
Cortada a ras sin previo aviso.

Manos entrelazadas.
Nudillos abiertos.


Bajo la cama. La mugre apesta.

Camisa impoluta sobre la mesa.
La plancha no para, tampoco espera.

Pucheros hirviendo.
Todo listo a su hora.
Exigencia de menú dispuesto.
Sin especias ni olores
a los placeres del paladar.
Copa de vino. Café y puro.
Costumbre ineludible.

Silencio cortante. Sin guía.
Infinito.

Miedo que aterriza para no despegar. 
Posado en la alfombra
del cuarto de estar.

Invierno eterno. Otoño nublado.
Cuchillos afilados.

Un rebelde se forja en su habitación. 
Condenado a la penumbra. En silencio.
Sin radio de acción.
Más que un puñado de libros,
con letras que se burlan.
Escapando bajo las arrugas de su frente.
Siempre fría. Húmeda.

Puños y dientes.
Reacción a la escena que reaparece,
a través de los huecos
de la escalera.

Un cinto colgado tras la puerta del hall. 
Escenario, el pasillo, escaleras o baño.

Cuando la ocasión lo dicte,
romperá el frío adormecido.
Resonando en el vacío quedo.
Golpe seco.
Sin hallar ni un susurro,
en su otro extremo.

Caín matando a su hermano.
Otro robado hermoso,
para anotar en su fuero.
Señal de que la sangre hierve,
en su firmamento.

Dulzura en su rostro.
Edad temprana aún.

Mas envejecida su eterna… Juventud.


La abadía del aposento.
Rugidos que allanan el sentimiento.
Pasión dormida allá, en otros tiempos. 
Preguntándose que hará,
si se abriera camino...
A nuevos retos.

Mueca torcida contra el cristal
de su ventana.
Las manos retorcidas sobre su espalda. 
Forzada a asumir.
Sin pronunciar ni un gemido.
Abatida tras la derrota.
Cuando el ogro cansado, 
se ha dormido.

Sentimientos que le hacen latir.
Sentir la ira, enciende su tesón.

La lucha se atenúa
en su enturbiado corazón.
Rasgado en mitades.
A partes iguales.

Sin remedio,
se forja una venganza
en su noble alma.

Aquella que la engrandece y contiene.

Sentada al borde
de una silla del desván.
Ha querido acompañarla
una tímida lágrima.

El abierto camino, a través de su rostro. 
Reconforta y sostiene,
lo que a duras penas,
se conserva.

A pesar de los ruidos de sus cadenas.

Rodeando su cuello, su cintura.  
Sus manos.

                                 Convirtiendo su persona,
en óleo de negros y morados.
Apartados y escondidos,
con cuidado.
Para que las miradas curiosas
no puedan, contemplarlo.

Pintura semejante.
Apagada.
Fulgurante.

En otras partes rasgada.
Sin que nadie.
Se percate.

Esther MG

No hay comentarios:

Publicar un comentario