EL MENÚ
Curvas de nácar e
incienso.
Mientras se mecen
sonidos lejanos.
Hangares de glorias
y estelas
perdidas.
En otros espacios.
Resueltos.
Entre espacios
ilimitados.
Arritmias
diminutas.
Disipadas y
disueltas.
Disparadas al
vacío…
entre susurros y
gemidos.
Cúmulos incesantes
de palpitar.
Apagado.
Agónico movimiento.
Que yace en mí…
Consomé de lujuria.
Entregada a plazos.
Sin carta. Sin
plato.
Sin cubiertos para
degustarla.
A trozos o a ratos…
Regálame un
segundo,
un minuto en… tus
brazos.
Que mi entero lo
ensanchará,
para que dure mil
años.
No prives a mi
capricho,
al contemplarte
desnudo…
sobre mí.
Que quiero
colorearte,
mientras te mezclas
con mis dibujos.
Entre tímidas
sonrisas,
entre interminables
caricias,
de vuelta a la
bahía
de mis dominios.
Entre palabras no
pronunciadas.
Solo el murmullo de
tu deseo entregado y enredado.
Sobre el mío.
Acurrucados en la
arena
de los sentidos.
Acariciados por la
brisa,
de un silencio
contenido.
Que ahora
libremente se saborea… entre mareas y brillos.
Cristalino entre
las aguas
de nuestro propio
río.
El que nos reúne
una y otra vez,
en nuestro eterno
avance.
Mientras la noche y
el día.
Divididos.
Nos enseñaron a
amarnos.
Como jamás concebimos.
Como jamás concebimos.
Esther MG
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